sábado, 16 de mayo de 2009

al grito de negro de mierda, asi se llega donde se llega, a la violencia, al racismo, a la senofobia


Sale un vecino de su casa, unos invasores posiblemente en busca de alguna sustancia interrumpen el paso de su vehículo pues estacionan como y como les sale de los mismísimos, puede parecer una situación normal entre ciudadanos pero lo que marca la diferencia es que los invasores constantemente aparcan como y donde quieren.

Aparta el coche responde indignado el vecino, ahora, tranquilo, ahora lo aparto con un tono un poco chulesco responde el invasor, sucede lo que hace mucho tiempo debía suceder, se produce un altercado, en el arrecado la violencia florece, los insultos se suceden, negro de mierda, grita el invasor, me cago en tus muertos grita el vecino.

Así se calienta el ambiente, ya llegado a un punto muy peligroso el vecino se dispone a coger de su casa un cuchillo y con el se dirige de nuevo hacia quien le dice negro de mierda, hacia el invasor.

Es reducido el vecino, son dos en ese momento quienes le increpan, insultan, quienes haciendo uso de una legitimidad que no les pertenece pues no son siquiera del barrio, le han buscado la ruina.

De fuera vendrán y de tu casa te echaran, no lleva el vecino mucho el barrio pero a un siendo poca su legitimidad de vecino lo es, estos los que tan solo vienen al barrio y promueven el consumo de drogas delante de niños, mayores, ocupan el barrio como mejor les parece, no obedecen a un orden, son tan solo eso, invasores y perdónenme pero mas de uno es un parasito de la sociedad.

En resumen unos 20 invasores han jodido la vida de un padre de familia, ahora encima cállate, escóndete y jodete pues los 20 han amenazado con matar al vecino, hoy era mi vecino negro como ellos le llaman pero mañana al igual seré yo, la diferencia es que yo no enseñare cuchillos, yo los.

El lunes amigos reunión con los mossos reunión con la ley que el barrio reclama a gritos, con la ley necesaria para que un barrio que lleva 50 años muy tranquilo vuelva a su tranquilidad, recobre lo mas maravilloso que tenia, su paz

Un saludo y tened cuidado con quien dejáis entrar en vuestro barrio

1 comentario:

Blas Jesús Sánchez González dijo...

Pinel, tienes mucha razón. Yo soy un defensor de los derechos humanos y de la dignidad de las personas, y soy de la opinión de que todos los ciudadanos son ciudadanos del mundo, y los derechos humanos son inherentes a la persona y son inalienables y respetables, así como ese respeto por la dignidad humana que tengo.

Pero cuando voy a casa del vecino, por lo menos tengo educación e intento amoldarme a sus normas, en lugar de imponer las mías.

Me fui a pasear este domingo por la tarde por la Plaza Cataluña. Estaba abarrotada, pero no vi ni un sólo español en la plaza. Estaba llena de inmigrantes de Europa del Este y del Magreb. Daba pánico, porque en un terreno que es tan mío y tan legítimo como es la Plaza Cataluña de mi barrio, del que conservo entrañables recuerdos, no había ni un sólo español, ninguno de esos antiguos chicos con los que jugaba antes al fútbol, a las canicas o a las chapas.

La plaza estaba invadida de immigrantes, que te miraban raro, más bien te clavaban la mirada, casi señalándote con el dedo, como si fueras tú el diferente, el que debe ser apartado, pretendiendo que yo me sintiera extraño en mi propia casa. Pero yo fui valiente y decidí pasar por todo el medio, y además tuve los santos huevos de pasar por la plaza como no haría nunca, con aires de señor y de superioridad, dándoles a entender que estoy en mi casa. ¿Quiénes son ustedes para imponer las normas en un terreno que es más mío que de ustedes?

Lejos están los tiempos de las pachangas, éstas que en los años 80 nos juntábamos todos los chicos del barrio, independientemente de la clase social o raza (en este caso, payo-gitano) a la que pertenecieran, con mayor o menor nivel cultural, con un balón más bien raído, y un partido de fútbol de 40 jugadores, más grandes, más chicos, y porterías de piedra. ¿Dónde quedaron esas personas? ¿Qué fue de ellas?